sábado, 7 de noviembre de 2009

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.Des.ayuna el oasis de su sueño distendido:
una suerte de espasmo muscular, de sonrisa fingida, caduca.
Hay frío, un poco por la humedad del cuarto de al lado y el encierro perpetuo,
lo demás es culpa del incienso barato, de la espiritualidad en forma de Bacanales,
aquí donde las coordenadas son filas de colores, y las comas son sillas para el aliento
la cúbica estancia viene a ser en un diagrama de venn la intersección del mundo
un dinámo cyborg de la felicidad inmundicia
el café es un confeti de ignorancia
y la vajilla una excusa derruída.

.En el centro del salón florece un busto al tiempo-paloma
con el cielo rozando la mirada erecta, casi placentera del dios de la nada,
de la nada en silencio.
El segundo es un pulso cromático danzando en semicírculos completamente rectos
alineando la impotencia concedida a cada cada esfuerzo,
un suspiro inerte, desvaído.
.entonces Alea prepara te, y sucede como antes,
como siempre,
como nunca desde que la distancia es un resorte tensionante del sentimiento y la única música audible es la de los dragones bruñidos,
y las rodillas sólo se calientan cuando el café se derrama entre las piermas
y los ojos son hamacas de sílabas no pronunciadas.
Desde que el sujeto es el marco del cuadro y en el cuadro solo habitan los agujeros negros