miércoles, 20 de mayo de 2009

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Habría que decidir la ropa, los colores, el momento, la distancia.
Calcular los pormenores en esa ecuación de la eficacia. Deletrear al tiempo objetivos y jornadas.
Las tensiones momentáneas se deshacen y se elevan , se vuelven las noches un suave cojín de espera. Son la antesala del hecho, el pre-hecho mismo.
Sincronía de espejos en el agua anunciando el movimiento lento. Dinamismos deletreados por las ondas que impulsa el viento
Solo ideas.
Se espera tanto el momento, y luego al tenerlo se avisa desde ahí la pequeñez del infinito.

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