sábado, 30 de mayo de 2009

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Cielo amarillo, nubes pequeñas redondeadas por el viento, erosionadas por el sol.Allá lejos las nubes derriten sus formas desde la superficie hacia el centro. Aquí abajo ella escribe con una aguja y un hilo sobre la única mano que aún resiste sus pensamientos kafkianos.

He releído sus diarios, sus notas , sus apuntes, el indicio angular de su razón perdida, de su mirada baja, de esta habitación blanca,de los historiales crípticos, de su voz que a veces dice nada.

Vengo acá, todos los días , a acompañarla, a lavarle la cara y decirle quien es ella. Hoy me miró a la cara y me dijo:

-No sabes nada.

Quedé pasmada, sus ojos buscaban lo que yo he indagado y no vieron nada, sabían mi incapacidad humana para entender los formas que se definen más allá de los sentidos, sus ojos como dos pergaminos de sabiduría dorada sabían mi ignorancia y pensaban también que algo había encontrado.

Ahora, no los puedo cerrar, cada vez que los cierro, solo veo los de ella, reclamando respuestas, lógicas rebuscadas, quizá la más simple de las lógicas, como el brillo de las sábanas en el frio de los meses de enero. Una mirada que me declama desvelo, que me persigue abrupta, en un sueño que no es sueño, que refleja dos faros en mi cerebro y me quema las entrañas.

Esos ojos que saben que yo, con los ojos no veo. Que los ojos solo son esa extensión de la manera en que yo siento.

Y volveré mañana, a escarbar en sus retratos, en sus camisas, en sus olores, en los perdidos recuerdos; quizá mañana yo vea lo que ella ha perdido en sueños.

1 comentarios:

Oz Vega dijo...

wow...
genial... simplemente genial...
que ideas habitaran nuestras cabezas, cuando ya estamos más allá del bien y del mal? es raro plantearselo...
Muy buen trabajo.