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Lo que me gusta de escribir, es lo sencillo que me puede resultar, no de crear histoirias, sino de atrapar algo de su esencia entre mis frases y retratar entre mis propios hilos lo que veo(siento); voy caminando por ahí, delineando con mis pisadas la trayectoria hacia mi meta. Pues bien, mi rutina matutina va mas o menos así: Me levanto a las 430 de la mañana, me baño, me arreglo y paso a la mesa y tran!!! Mi papá tiene ya lista la fruta, el juguito, el desayuno, todo y yo, mientras a lo mucho lo que he hecho se limita a organizar mi cuarto y arreglarme y pasar aún soñolienta a probar lo que mi papá preparó.
La afición de mi papá por cocinar es desde hace mucho tiempo una de sus grandes pasiones, el placer que le produce ver una alacena llena , es comparable al que un niño tiene cuando abre su regalo de navidad, la sonrisa que brilla en sus ojos es la de la satisfacción que produce la generosidad en el ama humana, el abrazo de mi papá cada mañana es idéntico a saltar sobre la tierra y tocar un pedacito de cielo.
Luego de desayunar, terminamos de alistarnos y cogemos un alimentador hasta el portal norte. Esta mañana mientras iba en el trasmilenio, leía a Rosa Montero mientras mi papá mandaba tiernamente su brazo sobre mi hombro y pensaba en escribir (bueno, terminar) el post que estaba escribiendo.
Como decía al principio, para escribir no necesito mucho, a veces hasta me sobra la estilográfica, porque apunto en la mente lo que los sentidos me susurren; hoy me sobraba todo y solo algo me bastaba: mi papá. Para muchos el papá es un sujeto más bien alejado y serio, casi un particular, para mí mi padre es el ser mas noble y tierno que haya conocido, una criatura hecha con una generosidad tan grande como la de su corazón, unos brazos que abarcan todas las tristezas y todas las alegrías, un espíritu donde la flaqueza no es siquiera una sombra y donde la sonrisa es el regalo de cada día. Así, muy a grandes rasgos es mi papá.
Finalmente no terminé el post que iba a publicar (en el que estaba pensando en el trasmi) y un pequeño detalle me hizo cambiar mi tejido de letras: Cuando nos bajamos del transporte le dije a mi papá que quería unos certs, esos dulcesitos de menta que el me regalaba los domingos cuando yo era niña y que nos comíamos juntos de camino al parque, los que el guardaba en el abrigo gris para cuando hacía frío y yo estaba triste, esos simples dulces de las estrellas de colores.
Esta tarde cuando llegué a mi casa y me encontré con mi papá, me dio una caja de certs, fue un detalle tan pequeño, pero tan hermoso, porque me di cuenta de lo mucho que me ama, de la gran, gran, inmensísima persona que es él, de lo fuerte que ha sido, de su valor cuando a debilidad se vuelve el aire que respiramos, de que no me olvida y de tener el mejor padre sobre todo el universo.
Y aún ahora recuerdo cuando me dio la caja de certs y lo único que pienso es en regalarle todas las etrellas que tienen esos dulcesitos, en que navegue tranquilo en el mar de la luz y que una letanía de sonrisas adorne su cabeza, pienso en el niño que el fue algún día, con los pies descalzos y hambre en el estómago, en sus andanzas largas y en sus sueños perdidos, en su tenacidad y en su nobleza imbatibles, pienso todo eso y deseo, si es posible , ser al menos una gota de lo que es el.
Lloro, de la emoción, de la alegría, de lo hermoso que es tener un papá como lo tengo yo, y casi ni sé que título ponerle a este post, son tantos colores los que me vienen a la mente, es tanta la felicidad de mi alma…
A mis papás les he escrito más cosas de las que hay en este blog y se las leo cada mañana y a cada momento, sencillamente porque los amo mucho y yo ando canturreando el amor en forma de poesía.
A mis amigos un cuaderno lleno de mis letras les tengo yo, la prosa de mi alma que es un regalo a ellos les doy. Y es tan hermoso vivir asi…destilando amor.