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Son de esas flores que se llaman euforia. Que rebosan rocío en la afligida sequedad. Las que exprimen su savia perenne en un espejismo sublime. Esas que se llaman embriaguez y atraviesan la piel con el olor de las lenguas, sujetan los hilos del tiempo y corean el éxtasis mediático.
Son catarsis de luces, zumbidos de olores. Las que se meten a mis ojos, a mi vientre y a mi todo, y me dejan pensando en el color del cielo, la impotencia del silencio, de la lentitud del hecho, la críptica del movimiento; en sus partes y en su todo. En que somos los instantes y los vacíos infames.

Y esas flores fortuitas me las comeré paciente, desentrañaré sus partes y les beberé su esencia.Las volveré recuerdo, estática y dinámica.Ambiguedades de fuerzas que definen el no-estancamiento

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La sabana se pega igual que otra piel. El frío, escondido atrás de la vieja marquesina se desliza cuando tiras el edredón. Y al final termino en el sofá. Tú con tus ideas de fundir unas baratijas y hacer soldaditos y yo con la intención de fumarme tu risa.
Es una guerra acá adentro, un movimiento sinuoso allá afuera, los angulos perfectos de tus pensamientos rozan asintóticamente la imaginación de mi vientre, desconoces la geometría de mi alma, alucinas la composición de mis ojos.
Y yo?
Me siento en el borde, me fumo tu risa, me tiro hacia adentro, recito colores.
Hace tiempo que la lluvia viaja en el sentido de las manecillas del reloj y la espuma numeraria milita como defensa moral.
Y hace ya un preludio que te amo, y dejé de cargar el tiempo y pisoteé el espacio, y mido las distancias por latidos y miradas.
Hace ya un preludio que el tiempo ha caído al vacío.

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El sonido lacera mis oídos, las notas mas suaves agrietan mi alma, derriten mi piel.Permanezco suspendida en el extásis del frío, del silencio entre sonidos, de las cromaticidades adversas.
Se acumulan en montañas las burbujas de tu aliento, la pesadez del arpegio, los besos de limón, la finura del suelo.Ya no distingo los sabores de las constelaciones del cielo, viajo a un mundo de cristales disparejos, de arquitecturas no domadas, de libertades salvajes, sin respiro ni arrepentimiento.Un mosaico de vidas paralelas.De caminos y de encuentros

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Me gustan esas tardes de sol, cuando el torso de los árboles se define entre ocre y café pálido y a través de los bordes de las hojas se vislumbra algo del cielo mismo.
Me gusta caerme desde el fondo hacia afuera y sentir un colchón de grosellas, untarme de arena los pies, de miel mi lengua. Deslizar despacito el silencio del sol y comerme las redondas que del universo cuelgan.
Me gusta pescar lontananzas y quijotes derruídos. Construir sus historias. Ver con sus oídos. Cimentar la esperanza. El segundo nombre perdido.

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A diario Aurora barre el suelo pisado. Es gris, rugoso, opaco,trite,húmedo,algo seco. Cuando la luz entra por la única ventana de la habitación, en el mismo momento en que el viento corre la sabana que hace el papel de cortina, los cristales del piso se iluminan. No son más de dos segundos, a lo mucho una milésima en los que alfombran la rusticidad del suelo, le llenan de perlas, de espuma de oro, de cristales ínfimos, de tímida belleza.Auscultan profundos los destellos y su rareza.
Cuando el viento entra desde el noreste, y hace silbar las hilachas de una sábana, el suelo se sacude, la realidad se destapa, admite su paralelo, muestra su otra cara. Es por eso que a mí me gusta cuando el sol toca la ventana, y se mete entre mis dedos, y trastoca mi alma.
Y sonrío ante su juego, el juego de unas hilachas.

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Imagino la vida como una máquina, simple, esférica,maleable,tierna.Con dos palancas de oro puro, con un pistón de corazón;nervios alineados como los del pentagrama y notas que se escriben como el número que es color.La vida se mueve por efectos de la voluntad, por motivos y razones, y una mezcla de las dos.Es una pelota roja que responde al cosquilleo del viento ,a los bucles del cielo,las astillas en el suelo, la vacuidad y el sentimiento.
Aún maquinando la trayectoria de la pelota, la mecánica del movimiento puede violar todas las leyes , inventar las caídas al cielo, la elevación al suelo.
Al igual que los aviones , la roja esfera tiene piloto automático, la opción predeterminada, la del no escoger.Una que enaltece la diferencia y deja con la cabeza gacha a sus electores.Parecida al instalar de forma automatica un archivo ejecutable al computador; añade a lo esencial basura, adorna de bagatelas la esencia misma.

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El árbol agita las ramas.Miro.
-Silencio
El olor de pino alborota mis alergia, mis ojos lloran.Es esa sensación de aire frío en el pecho, de escozor en los pulmones.Acá debajo, atrapada entre dos mundos aprendí a contar el tiempo en la escala de sus olores , en las pistas táctiles de la visión.
Dije atrapada, no aplastada, finalmente yo vuelo hacia donde quiero