miércoles, 22 de abril de 2009

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Me gustan esas tardes de sol, cuando el torso de los árboles se define entre ocre y café pálido y a través de los bordes de las hojas se vislumbra algo del cielo mismo.
Me gusta caerme desde el fondo hacia afuera y sentir un colchón de grosellas, untarme de arena los pies, de miel mi lengua. Deslizar despacito el silencio del sol y comerme las redondas que del universo cuelgan.
Me gusta pescar lontananzas y quijotes derruídos. Construir sus historias. Ver con sus oídos. Cimentar la esperanza. El segundo nombre perdido.

1 comentarios:

Brezza dijo...

...a través de los bordes de las hojas se vislumbra algo del cielo mismo...
que bueno, que lindo.
beso